miércoles, 18 de septiembre de 2019

En la caverna de Platón

En la caverna de Platón

En Sobre la fotografía de Susan Sontag

Afirmar que la cámara viola sin tocar me parece una afirmación demasiado fuerte, pero muchas veces real, aunque prefiero decir al acto de fotografiar y exponerse a los ojos de la multitud que nos mira como: Ojos que te tocan. Porque el acto de fotografiar termina, en estos tiempos, en la publicación de la imagen en cualquier plataforma de internet (en la mayoría redes sociales) o pocas veces impresa, para dar fin al ciclo de la imagen, cumpliendo a su paso con deseos implantados por el capitalismo al que ya no se puede escapar. Muy pocas son las personas que hoy en día priorizan su privacidad o evitan sacar un smartphone para reafirmar su propia existencia y experiencias en un registro visual.  Coleccionar la propia vida y la ajena. Llegar hasta el punto de la muerte por tomar una selfie parece ridículo pero pasa. Estamos en un mundo deteriorado en valores, sustituidos por la constante aprobación de los demás y en el consumo  rápido de la información en el menor tiempo posible, en resumen: el meme. Como dijo Susan Sontag: las imágenes pasman, las imágenes anestesian. Son un parteaguas en la manera de ver el mundo y vivirlo. En mi caso, el día que visité el anfiteatro y pude fotografiar cuerpos humanos en descomposición, llenos de formol. El periódico, la televisión, el internet, cualquier pantalla se da el permiso de mostrar fotografías fuertes en todos los sentidos, nos contaminan la mente, tiempos líquidos. Ahora se explota la propia imagen. Nos comemos a nosotros mismos a través de los ojos. El poder de la imagen desde las cavernas hasta el blackmirror y no va a parar.


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